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  • Foto del escritorJuan Bauzá

LO PEQUEÑO Y LO GRANDE, EN PERSPECTIVA


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En su famosa biografía de Fernando de Magallanes, el escritor Stefan Zweig se asombra de la capacidad que tuvo el pequeño Portugal, la nación más pequeña de aquella Europa del siglo XV, de apenas millón y medio de habitantes, de transcender su propio aislamiento, desafiar su tamaño y emprender un proyecto colectivo de gran categoría, mucho más de lo que podría imaginarse de una nación de aquel tamaño. Como señala el autor, enfrentado a un Atlántico hostil, fuera de las rutas comerciales mediterráneas que compartían las demás potencias europeas, encajado en una posición económica insalvable, Portugal no tuvo otra opción que enfrentar ese mar ignoto, explorarlo y apropiárselo. Aunque dicho ímpetu lo llevó a construir un cruel imperio de explotación y esclavitud a su paso, lo cual hoy nos resulta escandaloso, sí expandió, desde su pequeño rincón del mundo, la visión global de toda una civilización, e hizo posible el encuentro de nuevos continentes y civilizaciones del cual todos aquí hemos nacido.

No sé si por un aumento en la frecuencia, o por una agudización de mi atención hacia el asunto, pero en tiempos recientes he conocido o escuchado la historia de muchos puertorriqueños, tanto aquí como en el extranjero, que no sólo son extremadamente capaces, sino que son los más capaces en lo que hacen. Puede que peque de sobre-optimismo cuando afirmo dudar que existan demasiadas ramas del saber o del actuar humano en las que nuestros compatriotas, hijos de un país minúsculo, no se hayan destacado y trascendido. Sólo en el arte de gobernar estoy seguro que hemos sido mediocres, pero sólo porque no lo tenemos, porque en realidad no gobernamos, porque lo que llamamos aquí gobernar es apenas una pantomima de lo que implica el verbo en sí. El día que nos gobernemos, cuando por fin sobrepasemos el partidismo y la politiquería que confundimos con gobernar y dejemos atrás la colonia, también en eso nos destacaremos.

No digo que seamos superiores ni superdotados, tampoco que por la calle no ande un solo morón con poder ni un ignorante con iniciativa, pero pienso que nuestra experiencia histórica, hecha mayormente de la necesidad, transmitida por generaciones, de sobrevivir y superarnos bajo estados políticos adversos a nuestra superación y desarrollo, nos ha hecho gente recia, gente capaz de enfrentar las dificultades y sobreponerse a ellas. Somos un país pequeño, carecemos de los recursos tradicionales que se traducen en riqueza inmediata para otros países, pero tenemos una población de jóvenes y adultos con una inteligencia innata, producto de esa necesidad histórica de circunvalar el orden establecido, quienes poseen en sus cerebros el máximo de nuestros recursos naturales. La mayor riqueza de nuestro país se encuentra distribuida en las mentes de la mayor parte de los puertorriqueños. Nuestra principal inversión debiera ser en el aparato y la estructura educativa que sirva para extraer de estos cerebros la inteligencia y la capacidad innata que en ellos se encuentra, y ponerlas a producir y crear para el país.

“Siempre que un hombre o un pueblo se lanzan a una empresa que rebase su propia medida, crecen también sus fuerzas hasta lo nunca imaginado,” señala Zweig. Como el Portugal del siglo XV, contamos hoy con las mentes necesarias para trascender nuestra propia medida, mentes capaces de enfrentar los reto del presente. Sólo nos falta el convencimiento de que el pequeño pueda algún día ser gigante.

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